miércoles, 12 de enero de 2011

El misterioso caso de la aceituna...

Esta noche al abrir una minilata de aceitunas rellenas, he descubierto con asombro cómo, entre ellas, se había colado una aceituna con hueso. Irremediablemente, este episodio me ha recordado a un caso que tuve en mi consulta psicológica hace 20 años. El hecho de que hace 20 años yo tuviera 7 años y ya tuviera mi propia consulta no debe extrañar en absoluto al ávido lector. Como sospechará no tenía una consulta propia. Era alquilada.

Llamaremos al paciente "L". No por proteger sus datos, sino porque mi memoria ya no es lo que era y no recuerdo cómo se llamaba. "L" vino a mi consulta tras pasar por diversos especialistas en el campo de la salud mental y no haber dado éstos con un diagnóstico eficiente que facilitara la solución a su problema. Al ser preguntado acerca de qué le pasaba, su respuesta fue "Soy una aceituna con hueso en una minilata de aceitunas rellenas que se sirve para la cena" (¿ven por qué me ha recordado el caso lo que me ha sucedido esta noche?).

El caso me interesó de inmediato. ¿A qué se refiere cuando dice que es una aceituna con hueso en una minilata de aceitunas rellenas? pregunté sorprendido. Pues que estoy en la lata equivocada, doctor. ¿Es acaso la lata una metáfora de la sociedad? ¿de su círculo de amigos? seguí preguntando. No sé qué decirle, doctor, es una sensación que me acompaña constantemente y que, cada vez que entro en un bar de tapas, me atormenta de tal forma que me hace tirar al suelo todos los palilleros de la barra haciendo que me expulsen del local y que los clientes tengan que comer berberechos con las manos.

Interesante, pensé. Eso me recordó al caso de un paciente que tuve justo al acabar mi tesis doctoral 4 años antes de abrir la consulta, teniendo yo tres años. Pero como no puedo recordar un caso en el flashback de otro caso porque el comité ético me lo impide, os quedais con las ganas de saber por qué.

¿Sentirse una aceituna con hueso le impide relacionarse con normalidad? Pregunté mientras hacía ver que anotaba algo importante en mi libreta de sudokus. Pues sí, pero bueno, eso no es lo que me preocupa, sobre eso ya me han preguntado los especialistas que he visitado anteriormente y hemos comprobado que ese dato era irrelevante para mi- contestó mientras tiraba el bote de los lápices de mi mesa provocándome un enorme sobresalto.

¿Porqué ha tirado mi lapicero? Dije inmediatemente tras recobrar el aliento y comprobar que la casilla que me faltaba por rellenar era un tres o un cuatro haciendo la cara de mi retrato. ¡Porque pincha! dijo alterado "L". Al igual que los palillos que tira cuando va a un bar de tapas, añadí yo. ¿Qué quiere decir, doctor?, preguntó el paciente mirando con recelo al perchero. Pues que tiene una clara aversión irracional hacia los objetos que pinchan, como si se sintiera de verdad una aceituna , ¿ve lo poco lógico que es su comportamiento, L?- pregunté.

Si, lo veo. Quiere decir que no soy una aceituna y que ni los palillos, ni los lápices ni el perchero pueden hacerme ningún daño, ¿no?- contestó "L". Esa sería una opción, pero no quería decir eso- repliqué. Obviamente se siente una aceituna por lo cual, no soy yo quién para decirle que no es una aceituna si realmente se siente como tal. Lo extraño es que tenga miedo a que le pinchen siendo una aceituna con hueso. ¿Sabe lo complicado que es pinchar una aceituna con hueso?. ¡No tiene nada que temer!

¿Y qué solución me propone doctor?-dijo "L" con los ojos iluminados de ilusión viendo que estaba dando un paso en la solución su problema. Querido "L", le diré lo mismo que le dije a un compañero de facultad cuando tenía -2 años. ¿Qué le dijo Doctor? ¿También se sentía una aceituna su compañero?- insistió "L".

No, no se sentía una aceituna con hueso en una lata de aceitunas rellenas pero tenían algo en común con usted. ¿Miedo a sentirse fuera de lugar? ¿Desubicado? ¿Desconcertado? ¿Temeroso?- no dejaba de preguntar "L". No, nada de eso, repliqué. Lo que tienen en común es algo más terrenal pero más importante, me acerqué a mi compañero y le dije lo mismo que le voy a decir a usted....

Se hizo un silencio tenso....expectación en el ambiente... No daba con la solución del sudoku...

¡Me debes 60 euros! - espeté (de casa tarradellas). Si, luego le pago, pero ¿qué le dijo a su compañero?-decía extremadamente nervioso "L". ¡Eso! Él, al igual que usted, me debía dinero. Él por una partida de póker y usted por la sesión de hoy. Así que, ale, apoquinando, "L".

¿Y la solución a mi problema?. Es hora de que seamos sinceros, "L". Es normal que usted se sienta como una aceituna con hueso en una lata de aceitunas rellenas, porque lo és. Yo a veces me siento como un pistacho sin cáscara en una bolsa de cacahuetes y eso también me atormenta, pero hay que aprender a vivir con ello. En algún momento se dará cuenta de que en la lata hay más aceitunas con hueso y que no és el único. ¡No tenga miedo de ser pinchado, nadie pincha una aceituna con hueso! Eso sí, desconfíe de las pipas gigantes, los kikos y de los panchitos, ellos sí pueden ir a por usted.

Ahora que lo dice...el otro día en un bar de tapas un pincho de tortilla me miró mal...- dijo "L" alicaído. Pues eso, hágame caso "L", son 60 euros- insistí (de todos es conocido la poca fiabilidad que ofrecen las aceitunas con hueso a la hora de pagar aprovechándose de ser duras de roer). No puedo pagarle, doctor, una croqueta me ha robado la cartera y, además, desconfío de que usted sea un psicólogo serio a su edad. ¿Cómo me voy a fiar de un psicólogo de 7 años que dice que se siente un pistacho sin cáscara en una bolsa de cacahuetes?- dijo "L" mientras enfilaba la puerta hacia el bar de abajo yéndose sin pagar de la consulta.

Era un caso claro de lo que en psicología se conoce como el sindrome "¿pues no se va sin pagar el cabrón?". Eso me recordó irremediablemente al caso de un amigo mío de colegio cuando yo tenía -15 años. Resulta que...



A.M.


No hay comentarios: