jueves, 2 de mayo de 2013

Una revisión científica


Estimados doctores y lacayos,

Les comunico que su artículo titulado "Odio volver de vacaciones en jueves: una aproximación asqueante a la Crtra. de Valldemosa desde la perspectiva microbiótica" ha sido revisado por los editores de nuestra revista y ya disponemos de decisión editorial: hemos decidido aceptarlo con cambios menores.

A continuación podrán encontrar los comentarios de los revisores. Quedamos a la espera de que entren en la web de nuestra revista (http://andaveteacagarissues.com/submissions/reviews) y suban un nuevo documento, a doble espacio, señalando los cambios realizados en color verde magenta y tamaño 11.92.

Reviewer #1

- En general un buen artículo sobre la vuelta de vacaciones en jueves. Sin embargo, no queda claro en la discusión si los resultados obtenidos suceden igualmente independientemente del periodo vacacional (navidad, semana santa o verano) ya que como sabrán, algunos autores (Fulanitod et al., 2010) postulan que la vuelta en semana santa desde la perspectiva microbiótica es sin duda más transaccional que en navidad, cosa que se opone firmemente a lo defendido por ustedes en su artículo.

- Por otra parte, cuando ponen en relación el odio a la vuelta con los helados ingeridos durante los días estudiados, no queda claro cuál es el objetivo de introducir los calzoncillos a rayas como variable mediadora. Es necesaria una explicación adicional más detallada y algunas imágenes al respecto.

- Las tablas de resultados están llenas de números. Por favor, revísenlo y adáptendlo al formato ANDA (Aqui Nada De Aritmética).

Reviewer #2

- Sin duda su escrito es digno de publicación a pesar de que los personajes son un poco planos, sobre todo el lobo.

- El hecho de que pueda derribar una casa de madera únicamente con su soplido me deja dudas acerca de la complejidad de las infraestructuras. Sería necesario un estudio de la capacidad pulmonar del lobo.

- Finalmente, ¿Por qué el tercer cerdito deja pasar a los holgazanes de sus hermanos a su casa después de que se hayan reído de él,  calculando raíces cúbicas en su cara, a sabiendas que perdió su calculadora y le da rabia? ¿Además de cerdo es idiota?

- Acabo de darme cuenta que mi pequeño Cállate —mi hijo— ha traspapelado uno de sus cuentos en lugar de su artículo sobre la vuelta de vacaciones desde la perspectiva microbiótica. Un pequeño error que no me es posible resarcir en estos momentos. Principalmente porque no me sale de los mirindongos.

Reciba un cordial saludo, a la espera de su jamón.

El equipo editorial.
 

sábado, 9 de febrero de 2013

(c)Ouch!



Cuando entraron 4 personas juntas en consulta, enseguida me temí lo peor: había una nueva boyband en la ciudad. Me conciencié para escuchar aburridos problemas de ego típicos de un grupo de chicos para adolescentes, como aquella vez que Andy y Lucas vinieron presas de la desesperación porque nadie sabía cuál de los dos era cuál. Pero no fue así y me topé con uno de los casos más curiosos a los que me he enfrentado últimamente, sólo superado por el caso de R., un altruista extremo fóbico a los solomillos y que era incapaz de comerlos ¡e incluso nombrarlos! porque le parecía el manjar más egocéntrico y egoísta de toda la estepa culinaria “es que se llama solo-mi-yo”, me decía entre sollozos.

La imagen que se me presentaba era cuanto menos peculiar. Uno de ellos no llamaba especialmente la atención, pese a ser el que más signos de desesperación parecía poseer, pero los otros tres daban la sensación de ser una contradicción en sí mismos, como una hamburguesa vegetal o el término “inteligencia militar”. Como siempre, y por si es de su agrado, les dejo una transcripción de la entrevista que les realicé a esta especie de hermanos Dalton de consulta:



-          SERVIDOR: Bueno, bueno… por dónde empezamos, las primeras preguntas me parecen obvias ¿Cuál es el motivo de consulta y por qué no han venido por separado?
-          DALTÓN 1: Le responderé primero a la primera y luego entenderá la segunda. Verá doctor, yo he sido el que ha tomado la determinación de venir viendo que la situación se había vuelto insostenible. Yo siempre me he considerado un tipo muy dependiente o indeciso, no sé, me cuesta mucho tomar decisiones y he dejado escapar grandes oportunidades laborales y personales por ese motivo...
-          S: Bueno, por lo pronto ha tomado la decisión de venir hasta aquí, los grandes cambios empiezan por pequeños pasos –le dije intentando resaltar la decisión de venir a verme.
-          D1: Sí, me ha costado mucho venir. De hecho es la primera decisión propia que tomo en meses y ¡la he tenido que tomar por mí y por estos tres! ¡Imagínese qué responsabilidad!
-          S: Continúe exponiendo su caso, por favor.
-          D1: Trabajo en una empresa de consumibles para impresoras. Soy uno de los operarios responsables de probar que los cartuchos de tinta y tóners estén en buen estado para posteriormente proceder a su embalaje. Yo no aspiraba a mucho más que eso, es un trabajo sencillo y medianamente remunerado que no requería demasiado esfuerzo ni capacidad de decisión. Además, era el rey de la máquina de café con mi chiste de “¿Esta hoja es tuya o es impresión mía?”. Un día vi un cartel -con una impresión de muy mala calidad, todo hay que decirlo- en el que se anunciaba que se abría un proceso de selección interno en la empresa para ascender de categoría. Había un hueco como limpiador de cabezales de impresión: el sueño de todo operario de impresoras. Cuando fui a apuntar la dirección mail a la que debía enviar el CV vi una enorme y espeluznante sombra que se disponía a hacer lo mismo que yo. Pero cuando me di cuenta que era mi propia sombra respiré tranquilo. No fui capaz de apuntar la dirección por miedo. Se lo comenté a un amigo y me dijo que a él le pasaba lo mismo hasta que se decidió a contratar los servicios de un coach.
-          S: ¿Un coach?
-          D1: Sí, una persona que te guía en tu día a día y te insufla felicidad, un asesor personal que te ayuda a tomar decisiones, a encarar la rutina con optimismo, a generar pequeños cambios en el comportamiento que tengan su consecuencia a la hora de relacionarme con los demás y realizarme como persona.
-          S: Vaya, suena...¿Y no le funcionó?
-          D1: Al principio sí, pero ahora creo que es un engañabobos. Inicialmente iba dando pequeños pasos en mi día a día, iba progresando y cuando iba a una cafetería ya no tardaba dos horas en decidir si quería café sólo o con leche, ¡gracias a mi coach! Hasta que hace un mes a mi coach le dejó su pareja y todo cambió. En casa del herrero...
-          S: ¿Y qué pasó con su coach? ¿Cesaron su relación coach-cliente?
-          D1: ¿Ve al más alto de estos tres? Ese es mi coach.
-          S: ¿El de la cara de aceituna amarga?
-          D1: El mismo.
-          S: ¿Y qué pasó?
-          D1: Que  obviamente no fui capaz de romper mi relación con él por mí mismo y mi coach pidió consejo a su propio coach para saber qué hacer.
-          S: ¿Su coach tiene un coach?
-          D1: Sí, y tiene la peculiaridad de que cita a sus clientes en un restaurante vasco para ir comiendo cocochas mientras ejerce de coach. Es ese de la barba que está bailando con el perchero.
-          S: ¿Trata de decirme que el coach de su coach, el cual come cocochas mientras coachea, es esa persona que piensa que mi perchero es Ana Obregón?
-          D1: Efectivamente, hemos venido en su coche.
-          S: Estoy patidifuso. Continúe, continúe. ¿Cómo el coach de su coach ha acabado bailando con un mueble sin invitarle a una copa?
-          D1: Como ya le he dicho el coach de mi coach es fan de las cocochas. Yendo al restaurante en su coche vio el anuncio de una heladería y le dio un síncope porque es fóbico a los cucuruchos. Todavía no se ha recuperado.
-          S: El coach de su coach, yendo en coche a por cocochas vio un cucurucho y le dio un arrechucho. ¿Es eso?
-          D1: Si. Hacía tiempo que no le pasaba y como no sabía que hacer pidió consejo a su coach.
-          S: ¿El coach de su coach tiene un coach?
-          D1: Si, pero odia las cocochas. Es esa chica que busca mensajes ocultos entre las líneas del “TEO va al psicólogo” que tiene en la mesa.
-          S: No sé si preguntarlo, pero ¿qué le pasa al coach del coach de su coach?
-          D1: Que tiene un extraño episodio –yo creo que psicosomático- y piensa que es Pluto.
-          S: ¿Causado por qué?
-          D1: El coach del coach de mi coach, vino en el coche del otro coach a ofrecerme sus servicios tras el incidente del cucurucho cuando iba a por cocochas del coach de mi coach. Una vez allí, no sé si por el embriagador olor a tinta o porque sin querer le di con una impresora en la nuca, empezó a pensar que los tóners de tinta que yo revisaba formaban parte de una conspiración mundial para que Pimpinela dejara de discutir. Veía mensajes ocultos, ya sabe. Y empezó a pensar que era Pluto.
-          S: Es la situación más rocambolesca que he visto en meses. Me estoy mareando…
-          D1: ¡Imagínese cómo estoy yo! ¡El que no podía decidir sin ayuda era yo! ¡Y ahora tengo una especie de muñeca rusa de coaches que he asumido bajo mi responsabilidad porque no  he sabido decirles que no!
-          S: Menudo panorama…
-          D1: ¿Qué me va a contar? ¡No como, no duerno, no salgo, no nada! ¡Se han vuelto más dependientes que yo! ¡No dan un solo paso sin consultarme! ¡Me paso el día desgranándoles la realidad para que vean que pueden decidir por sí mismos sin ayuda del asesor personal en que me he convertido para ellos! No sé qué hacer…
-          S: O sea, ¿está haciendo de coach de su coach, de coach del coach de su coach que come cocochas en el coche y tiene fobia a los cucuruchos y le dió un arrechucho y de coach de la coach del coach de su coach que piensa que es un chucho? ¿y usted al fin y al cabo lo que quería era un coach que le ayudara a ascender para ser limpiador de cabezales cochambrosos?
-          D1: Ese es el gran resumen. ¿Qué me aconseja?
-          S: No sabría que decirle…De repente me veo incapaz de tomar una decisión como esta...
-          D1: Igual necesita un coach –dijo irónicamente.
-          S: ¿Conoce alguno? Bromeé para rebajar la tensión.


Y desperté 48 horas después con un tremendo dolor de cabeza y la impresora destrozada a mi lado. ¡Ouch!

lunes, 23 de abril de 2012

Serias reclamaciones

-     Cursos de payaso a distancia “Paya S.A”,  le atiende Susanita , ¿en qué puedo ayudarle?
-  Pues resulta...
-  Uy, disculpe un segundo, parece que tengo un problema con el ratón.
- ¿No me diga que se ha atragantado con una bolita de anís jugando al ajedrez?
- El ratón del ordenador. ¿Cree que llamándome Susanita y trabajando como teleoperadora en una empresa de payasos nunca me habían hecho ese chiste? ¿Se cree usted muy gracioso?
- Precisamente. Ese es el problema, llamaba porque quería hacer una reclamación.
-     ¿Una reclamación? ¿qué clase de reclamación? Sepa usted que este es un curso de payaso muy serio.
-      Es algo muy grave. Gravísimo diría yo. Algo está mal en el curso que me vendieron, algo ha fallado, no sé, no funciona como toca, yo… he tenido problemas en mis tres últimas fiestas de cumpleaños infantiles. No tuve la respuesta que esperaba a todo lo aprendido en su curso y…
-          ¿Siguió todos los pasos del manual?¿Paso a paso?
-          Sí,  paso a paso. Y algo falla.
-          ¿Hizo el número de los globos con forma de animales del Tema 4?
-          Si, y no funcionó, no sé, fue algo muy extraño…
-          ¿Habló con la “ché” y vocalizando poco durante la mayor parte del tiempo, como se le indicaba en el DVD del curso?
-          Chi, chi y chi, puedo habarle con la “ché” chi me da la gana chin pobemas y chin vocalichá, como puede compobá.
-          Efectivamente, veo que sí que puede hacerlo.  ¿Y el truco del tartazo?
-          Ni una risa.
-          ¿El reloj de agua?
-          Tampoco.
-          ¿Cantó una canción llena de diminutivos?
-          Y no funcionó.
-          ¿Simuló caerse explotando globos en la caída?
-          Que sí,  que sí, mire, le digo que he hecho todo lo que me dijeron, no sé qué falla…Yo… yo saqué una Matrícula de Honor en “Resbalar con cáscara de platano” y un excelente en “Persecuciones locas”, pero cuando hago los trucos los niños no se ríen y después de varios minutos de hablar e interactuar conmigo resulta que…
- A lo mejor es que no es gracioso. Cuénteme un chiste.
- Hombre, así sin maquillaje...¿En qué se parecen una gata y una pistola? ¡En que los dos tienen gatillos! ¡Chanaaaan!
-      Disculpe caballero, le paso con mi compañera, me ha surgido una pequeña indisposición…
Foto grupal de los docentes del "Curso de payaso a distancia" de la empresa Paya S.A.
- ¿Una indisposición? ¿Qué clase de…? No me diga que…
-     Cursos de payaso a distancia “Paya S.A”,  le atiende Fosforita , ¿en qué puedo ayudarle?
-  Bueno, ya he hablado con su compañera. No quiero volver a decirle lo mismo. Yo llamaba porque quería hacer una reclamación, quiero hablar con su director.
-       El señor Piticlín no se encuentra en estos momentos en la empresa, pero no se preocupe señor….
-       Comotú, me llamo Comotú.
-       ¿Fosforita?
-        No, no, Comotú, Jacinto Comotú.
-        No, pero yo no me llamo Jacinto, yo me llamo Fosforita.
-        No me entiende, me llamo Jacinto de nombre de pila y de apellido Comotú
-   ¿Gutiérrez? Yo me llamo Fosforita Gutiérrez, si se llama de apellido como yo….¡A lo mejor somos primos, señor Jacinto!
-        Madre mía… mire déjelo, ¿no puede localizar a su superior?
-    Ya le he dicho que el Señor Piticlín no está. Se encuentra en una cumbre internacional sobre si las narices deben ir con elástico o no. Pero no se preocupe,yo puedo ayudarle en todo lo que desee, señor Gutiérrez.
-    ¿Gutiérrez? Que yo no me lla... bueno, a ver, santa paciencia, lo repetiré: resulta que cuando actúo los niños y niñas, reírse, lo que se dice reírse precisamente no se ríen y…
-     ¿Y ha probado de tocar instrumentos imaginarios como pone en los apuntes de nuestra web digital?
-    Que sí… ¡por el amor de Diós, de Gabi, Fofó y Miliki! Que lo he probado todo y resulta que cuando llevo apenas 10 minutos de show y hago una gracia como la del chiste que dice "¿Qué le dice una impresora a otra?: ¿Esa hoja es tuya o es sólo una impresión mía?", los niños no se ríen, ni los padres, ni siquiera el yonqui de la esquina que se descojona cada vez que el semáforo cambia de color. Y eso es una farola.
-   ¿Una impresora?... Me va a tener que disculpar caballero, pero me ha surgido una pequeña indisposición,  le paso con mi compañero...
-      ¿Qué? ¿Qué? A que va a ser por... ¡Otra vez! ¿Lo ven? ¡Algo falla!
-  Cursos de payaso a distancia “Paya S.A”,  le atiende Elserio, disculpe las molestias pero a mis compañeras les dio un inoportuno ataque de hipo. ¿Cuál es su problema?
-      ¡Ese! ¡Ese! ¡Ahí quería yo llegar pero sus compañeras no paraban de hacerme preguntas estúpidas! ¡Soy el único payaso del mundo que en vez de hacer reír da hipo! Algo está mal en el curso que me vendieron, tienen que devolverme el dinero, hacer algo, enseñarme algo más, arreglarlo, no sé, las fiestas de cumpleaños se convierten en un drama, todos los niños hipando ¿cuál es el verbo de tener hipo? bueno, ya me entiende, y los padres dándoles sustos, haciéndoles beber agua al revés o beber siete tragos de agua seguidos, aguantar la respiración... ¡Si hasta un niño se puso azul! ¡Cada fiesta de cumpleaños es un desastre completo! ¡A uno lo tuvimos que llevar al hospital y todo!
- ¿Por el hipo?
- No, por la autopista.
-     Bueno, pues quizá debiera plantearse no hacer shows para niños señor…¿Se llamaba...?
-   Jacinto, dejémoslo en Jacinto. Si ese no es el único problema. El problema es que desde que hice el curso, en los ensayos que hago delante del espejo como dice la página 342 del anexo del Volumen III "Lunares y topos, ¿cuál es la diferencia?", a veces me causo hipo a mi mismo y no hay manera de quitármelo… y bajo a la portera para que me ayude con el ataque de hipo ya que vivo solo porque los payasos no ligamos (me río yo de lo de "quiero un hombre que me haga reír") y la portera se pone a reír de ver que no puedo parar de hipar. ¡Es que no para de reírse la muy cenutria! Y yo lo paso fatal porque el hipo no se me va y…
-          ¡Ahí está la solución a su problema!
-      Sí. Tengo que despedir a la portera, ¿verdad?
-     ¿No se da cuenta? Cuando usted quiere hacer reír provoca hipo, y cuando tiene hipo hace reír. ¿Ve dónde quiero ir a parar? ¡Es una paradoja muy gra… hip … Disculpe hip, le paso con mi compañera…

martes, 28 de febrero de 2012

lunes, 20 de febrero de 2012

Nuevas tecnologías

Estando en mi consulta, recibí la llamada urgente de las autoridades de la ciudad solicitando mi intervención ante un problema acaecido en el centro. Una vez buscada la palabra "acaecido" en el diccionario y tras darme cuenta de que no se escribía con h, me puse en marcha. Se trataba de lo que ha resultado ser uno de los casos más curiosos a los que me he enfrentado últimamente. Pasemos a exponer el caso.

Cuando llegué a la Plaza Mayor, la multitud de gente acalorada gritando me hizo ubicar rápidamente el problema. A toda prisa me dirigí hacia allí bajo el grito de "¡Soy psicólogo y calzo un cuarenta y medio!". La talla del zapato era insustancial, pero me gusta dar información personal a los pacientes para que establezcan una buena alianza terapéutica. Podía oir las risas de la muchedumbre hacia un pobre pocadumbre, mientras le hacían fotos y videos. Qué cabrones. No hay nada peor que tener un problema psicológico y que encima se rían de ti. Cuando al fin me abrí paso entre las carcajadas, me topé con un payaso. Me había equivocado de plaza y, como tengo coulrofobia, tuve que ser atendido por un psicólogo que trabajaba como estatua que ni siquiera me dijo su número de pie y que sólo intervenía si le ponías monedas.

Una vez recuperado y sin monedas sueltas, me dirigí al verdadero lugar del caso. Allí vi a un hombre aparentemente tranquilo tecleando en su teléfono móvil.

- Soy psicólogo y mi talla de calzoncillos es la M- dije en mi afán de establecer una buena alianza terapéutica- ¿cuál es el problema?

- ¡Este hombre nos está volviendo locos! ¡Es inabordable! No hay quién lo entienda y está armando un revuelo entre la clientela que luego a ver quién es el guapo que lo desarma y guarda las piezas- dijo un camarero de la terraza donde estaba sentado nuestro aparentemente tranquilo protagonista.

- Pues yo lo veo normal -afirmé inspeccionándolo profundamente mientras pedía un martini con leche corto de café.

Opté por sentarme en la misma mesa que nuestro paciente, al que llamaremos T para garantizar su anonimato. Una vez allí, T, no me dirigió la palabra. Parecía tener un carácter tranquilo. A simple vista, no entendía dónde estaba el problema.

- ¿Me va a decir qué le pasa? ¿Tiene algún tipo de problema?

- No, yo soy un hombre tranquilo... ¡maldito bastardo!- dijo cambiando brúscamente su ánimo. ¡¡¿Qué se han creído? ¿Que no sé lo que pretenden??!! ¡¡Ja!! ¡A mi no me encierra nadie, cabrones!!"

- ¿Qué le ha hecho cambiar tan bruscamente de estado de ánimo?- dije mientras me limpiaba el martini con leche que se me había caído en el bocata de berberechos por el repentino cambio.

- Pues no sé lo que me pasa -dijo de repente llorando desconsoladamente- un día me compré un móvil con internet y...

- Continue, continue, parecece que estamos avanzando...

- jajajajajajajjaa ¿sabe el chiste del señor que va a la carnicería y dice "póngame esa cabeza de cerdo de ahi" y el carnicero le dice "señor, eso es un espejo"? ¿lo sabe? jajajajajaj- dijo pasando rápidamente a un estado de elevado humor.

-Pues creo que me lo acaba de contar. Veo que tiene repentinos cambios de humor. ¿Sabe el chiste del psicólogo que le dice a un paciente en una terraza "¿desde cuando le pasa esto?"- intenté preguntar entrando en su juego.

- Yo no sé nada. Soy un pobre infeliz, feo y sin trabajo, enganchado a las nuevas tecnologías- dijo visiblemente deprimido ahora.

-¿No tiene amigos?

- 354. ¿Cree que me pasa algo grave? Dígame doctor...yo ya notaba que se me caía el pelo- dijo en un estado neurótico importante.

- Creo que puede tener que ver con su uso excesivo de una determinada red social, pero me harán falta unos minutos más para comprobarlo.

- Yo también lo creo. Creo que me vigilan y que hay gente que me quiere hacer daño, van a por mi porque no soportan que tenga tantos amigos- comentó T en lo que parecía ser su versión paranoide.

- ¿Por qué cree que le vigilan?

- No me vigilan, ¡me admiran! Soy como el nuevo Mesias, tengo un montón de seguidores pendientes de mis palabras- dijo mostrando ahora una personalidad expansiva y narcisista.

- Como sospechaba, acaba darme la clave de lo que le pasa.

- Lo que usted diga, me pongo en sus manos porque yo le admiro y estoy seguro de que un hombre tan inteligente como usted sabrá mejor que yo lo que es mejor para mi que no soy más que un pobre deshecho de la humanidad en comparación con usted ¡Mire que arte para mojar los berberechos en el martini con leche!- dijo ahora T mostrando su recién estrenado carácter sumiso y dependiente.

-¿Ya lo sabe? ¿Qué le pasa?- dijo el camarero que observaba la situación atónito olvidando al resto de clientes y dejando descuidada la cuenta de la mesa de al lado.

- Este hombre está enganchado a las redes sociales, a una en concreto. Ésta le hace cambiar continuamente de carácter de manera rápida y continua en función de lo que le comenten en la susodicha red. Llevamos 5 minutos de conversación y ha tenido numerosos cambios y estoy seguro de que si estuvieramos durante más tiempo, llegaría a un determinado número llegando así al final de su repertorio de personalidad. Aunque podría volver a empezar - le dije al camarero mientras cogía disimuladamente las propinas de la mesa del al lado para pagar mi cuenta.



- Mire Sr.T -le dije- mi diagnóstico es el siguiente. Está usted enganchado al Twitter, lo que le ha provocado un trastorno de personalidad conocido como "El trastorno de los 140 carácteres", consistente en un repertorio de carácteres y personalidades variantes y cambiantes en cortos periodos temporales. Tiene usted 140 carácteres, los mismos que dispone dicha red social, que han hecho que su carácter principal inicial se haya desfragmentado e independizado causando un caos en su psique. Psique, que por si no sabe lo que significa, viene del latín "Ps, y qué?" como abreviatura de la frase latina "Soy así desde siempre, pss ¿y qué?" y que desde entonces se utiliza para definir nuestra forma de ser.

- ¿Y hay tratamiento?¿Y hay tratamiento? ¿Y hay tratamiento? Repito las cosas tres veces para que no me pase nada malo- preguntó T sacando a relucir su personalidad obsesiva compulsiva.

- Si no se ve capaz de abandonar las redes sociales, le recomiendo que, al menos cambie de red a otra menos adictiva o que no implique el uso de 140 carácteres. Por ejemplo el facebook. ¿Qué le parece?

-"Me gusta".

martes, 31 de enero de 2012

Un curioso caso de genética


Estando yo absorto en mis pensamientos filosóficos de los martes por la mañana, me sorprendió mi secretaria para hacerme notar que el paciente de las 10 y media se encontraba en la sala de espera. Y digo que me sorprendió porque no tengo ni secretaria ni sala de espera. Le di las gracias, le dije que se tomara la mañana libre, no sin antes recoger las revistas de la sala de espera, y que hiciera pasar al paciente antes de irse.

Cuando el paciente entró en la consulta le hice sentarse en la silla situada frente a mi, ya que si le hacía sentarse en la que está detrás de mi posiblemente se sintiera incómodo si el paciente en cuestión tenía jirsumnifobia (fobia a los cogotes) o kisernomofobia (fobia a las caras peludas). Era un hombre extraordinariamente alto, aproximadamente metro noventa o metro sesenta y cinco y el contraste entre su fuerte cuerpo y su floja mirada era digno de mención. Con mi habilidad clínica, en seguida noté que tenía ante mi un caso de baja autoestima, lo cual deduje hábilmente al ver su estado de ánimo por los suelos. El hecho de que en su camiseta pusiera "Estado de ánimo por los suelos" acabó de confirmar mis hipótesis. Sus zapatos, vaqueros y americana eran realmente grandes, y al colgar la chaqueta en el perchero de la consulta, se desplomó. Con mi mejor sonrisa, le dije que no pasaba nada porque se cayera el perchero, que dejara de llorar y que lo añadiría en su factura.

Paso a continuación a transcribirles, como es tradición en este diario, la conversación mantenida durante la sesión.

- Bien, ¿cuál es su nombre?- dije mientras estudiaba su rostro con precisión milimétrica (cosa que pareció molestarle al meterle el regla en el ojo).

- Mi nombre es Frank.

- Bien, Frank, ¿Y qué le ha traído hasta aqui?

- El 26 - espetó.

- ¿Algo que le sucedió el día 26?

- No, el autobús 26 es lo que me ha traído hasta aqui.

- Veo que es un hombre literal.

- Si, me gusta la lectura.

- Entiendo... coménteme su problema.

- Pues verá, el caso es que es algo que siempre he tenido. La horrible sensación de que todo el mundo admira más a mi hermano que a mi. Me siento ninguneado. Tengo la impresión de que cualquier cosa que yo haga se toma como algo horrible y cualquier cosa que haga mi hermano es un descubrimiento.

- Bien - anoté la primera impresión que recorrió mi mente en ese momento: "macarrones con tomate" resolviendo así la duda de qué comer ese día- ¿y cómo se llama su hermano?

- Tito.

- ¿Mayor o menor que usted?

- Mayor.

- Y estos sentimientos que dice que tiene desde hace tiempo, ¿por qué le han traído hasta mi en este momento? ¿Qué ha cambiado?.

- Me siento como si para la gente yo no fuera humano, fuera una especie de engendro hecho de restos, siento que no encajo y encima, cuando voy los domingos a la comida familiar de casa de mis padres siempre me comparan con mi hermano con frases como "Frank, deberías aprender de tu hermano y hacer algo de provecho" o "La mujer de tu hermano tiene un gran físico y tu no estás ni casado".

- ¿Y su hermano qué le dice?

- La verdad es que él se porta bien conmigo, dice que tengo que relativizarlo todo y que todo es cuestión de con qué o quién se me compare. Que si me compararan con un oso hormiguero en esos términos sería más preocupante, pero que me compararan con alguien tan inteligente y brillante como él no era sino un halago a mi persona.

- ¿Y eso le molesta?

- Si, estoy cansado de que nadie me haga caso. He de confesar que he empezado a llevar a cabo actos delictivos, empecé por pequeños hurtos que han ido a más y...

- Podríamos encontrarnos ante un pequeño caso de cleptomanía para llamar la atención...

- Siento discreparle, doctor, pero creo que se equivoca en su diagnóstico de cleptomanía ya que nunca me ha gustado Eric Clapton.

- De acuerdo -no podía alargar la sesión haciendo ver al paciente de su error, quien no sabe apreciar a slowhand no merece explicaciones- y ¿a qué han derivado esos pequeños hurtos? ¿Se droga? ¿Fuma maría?

- No sé si fuma María, no la conozco.

- ¿Entonces en que ha derivado su actividad delictiva?

- Pues...como no conseguía llamar la atención con los pequeños robos, incrementé un poco la intensidad de mis actos y empecé a...cómo decirlo suavemente... empecé a hacer que la gente dejara de respirar a través de una imposición de manos en su carótida.

- Ajá- tragué fuertemente y pensé lo difícil que iba a resultar comerme los macarrones con alguien de semejante embergadura imponiendo sus manos sobre mi carótida- ... ¿y funcionó?

- Pues no, me metieron en prisión, lo que hizo que aún me detestaran más en mi familia y me quedara sin postre los domingos. Las comparaciones con mi hermano son insufribles para mi. Quiero que me valoren en mi familia, que la gente deje de decir lo brillante que es mi hermano y lo inútil y bobo que soy yo. A veces siento como que me falta un tornillo y... me suben los colores y... no sé qué haría. Es como si mi cerebro fuera un ordenador y se quedara bloqueado y sin saber qué hacer.

- ¿Ha probado con apagarlo y volverlo a encender?

- Yo sé que mi hermano es muy inteligente, pero por favor, las comparaciones son odiosas y eso hace que me sienta ninguneado, triste...

- Mire, Frank, es muy habitual que al hermano menor se le compare con el mayor, ya que éste primero ha puesto los listones a los cuales se ha de enfrentar el segundo y mediante los cuales será evaluado en cualquier aspecto de la vida. Con esto quiero decirle que, por muy bueno que sea su hermano en su trabajo, que por cierto, ¿a qué se dedica su hermano Tito?

- Es un reputado físico...

- Bueno, pues por mucha reputación en el mundo de la física que tenga su hermano, dudo que sea tan importante o, mejor dicho, que la comparación con lo que usted hace, le deje a usted en tan mal lugar. ¿A qué se dedica, señor Frank?

- Soy un monstruo...

- No se menosprecie, Frank, positivice y dígame a qué se dedica.

- Pues a eso, soy un monstruo clásico. Me dedico a dar miedo a los niños.

- ¿En una casa del terror?

- No, así en la vida diaria. Me levanto por las mañanas, asusto a los niños, desayuno, asusto a los ancianos del parque, voy a comprar el pan, vuelvo a asustar a los niños, hago la comida mientras asusto telefónicamente a dos señoras, hago la siesta, asusto a los que llaman para ver si quiero cambiar de compañía telefónica, ceno, quito unas respiraciones por imposición de manos, asusto una última vez y me duermo. Ese es mi día a día.

- Hombre, entre un científico y un monstruo... comprenderá que las comparaciones son fáciles en este caso. En todo caso, la genética es caprichosa señor Frank. Es posible que en el reparto genético de inteligencia y habilidades, a su hermano le fueran otorgadas habilidades científicas y cognitivas y a usted habilidades de tipo más físico.

- Hombre, ahora que lo dice, mi hermano es un tirillas, sólo se le ve pelo y bigotes y yo en cambio parezco un armario. Él tiene inteligencia y yo fuerza...

- ¡Así me gusta Frank! ¿Ve como todo es relativo?

- ¡Otro como mi hermano! ¡Qué cansinos con la relatividad! ¡No me provoque que le impongo las manos en la carótida, doctor!

- Entendido, Frank. Le voy a pedir que haga un ejercicio en el que en dos columnas ponga las cosas que usted cree que puede hacer y su hermano no y lo revisaremos en la próxima sesión. En todo caso le voy a dar cita para dentro de quince días para comentar los ejercicios. Dígame su primer apellido.

- Einstein.

- ¿Frank Einstein? ¿Es usted Frankenstein?

- Si, en el trabajo junto nombre y apellidos por cuestión de márketing. Tiene más gancho.

- Entonces su hermano Tito... Albertito... Alberto... Albert... ¿su hermano es Albert Einstein?

- Tito para la familia.
. ¡El mejor físico del mundo!
- (Resoplando) Si... veeengaaaa... otro... blablabla...no me venga con la cantina usted también...

- ¡Caramba! ¡Qué curiosa es la genética!

- Y que lo diga, doctor...


Al acabar la sesión, Frank me dio la mano, fracturándome cuatro dedos y provocándome una luxación de codo en grado tres. Llamé a mi secretaria para que anulara las citas del resto del día, pero no recordaba que le había dado el día libre. Encima, no había recogido la sala de espera la muy cenútria. Ahora recuerdo por qué no tengo secretaria ni sala de espera....